jueves, 26 de julio de 2012

Terminé la carrera ¿y ahora qué?

No tengo certeza exacta de a cuántas personas les sucederá, pero, me pasó que, al terminar la carrera, me hice la pregunta la pregunta del millón ¿y ahora qué?

Tenía los conocimientos básicos, sabía las bases del proceso traductor, aún no diferenciaba bien la figura del colegiado vs el TPJ, no tenía idea de cómo cotizar una traducción grande, no había hecho más que mis prácticas profesionales en un gran estudio en el que cumplí mis tres meses y "hasta la vista pancho". Mi capacidad de producción se resumía en cuatro hojas de 200 palabras oleadas y sacramentadas en una jornada de ocho horas laborales. Dicho de otro modo, estaba "hasta las patas". Y ya había terminado la carrera, había aprobado todos mis cursos, me habían dado mi medallita en la ceremonia de graduación y hasta había obtenido mi certificado de EGRESADA (que en ese momento sentí que valía tanto como un MBA).

Empezar, en toda carrera, es difícil. Cometí el error de hacer toda mi tarea y seguir el consejo de "dedícate a estudiar porque luego habrá tiempo de trabajar". Creo que lo peor que le puede suceder a todo profesional es justamente eso, esperar a terminar los estudios para recién empezar a trabajar. Creo que "los derecho de piso" deben pagarse a mitad del proceso formativo, ya sea en cualquier aspecto laboral (y si es en tu carrera mucho mejor aún). Esto nos sirve para aquello que llamamos "currículum", para tener manejo bajo presión, para saber qué es lidiar con un jefe y para conocer el  peso real de las RESPONSABILIDADES. Actualmente, a mi parecer, el campo de la traducción se ha ampliado mucho y ofrece mayores posibilidades laborales para los estudiantes y recién egresados, no sólo en estudios u oficinas de traducción sino en empresas privadas que requieren traductores practicantes, junior y senior. Y no es que las cosas sean más fácil. Al contrario, creo que se complican más por el alto nivel de competitividad. Hay menos gente que estudia traducción porque "le gustan los idiomas y quieren viajar". Los actuales estudiantes de traducción, en comparación a mi época de estudiante, saben bastante bien a mitad de carrera lo que implica ser el elemento comunicativo sui generis del acto de comunicación (valga la redundancia con fines enfáticos). Y quienes tienen dos dedos de frente saben que no quieren ser mediocres. En tal sentido, la única fórmula para saber qué hacer al terminar de estudiar traducción y ejercer el cargo con sus letras bien puestas (T-R-A-D-U-C-T-O-R) es meterse al mundo laboral desde estudiante y tratar de sacar lo mejor de lo mejor de cada persona con la que trabajamos, aprender de errores ajenos y de grandes aciertos y poner a prueba nuestra capacidad de aprehensión.

Conocí a una muchacha que estudiaba traducción en un instituto en el que tuve la oportunidad de dictar clases alguna vez. No era de las que brillaba por sus altas calificaciones, pero tampoco era de las que destacaba por ser mala estudiante. Creo yo que era del promedio alto con un gran valor agregado: le encantaba aprender. Utilizó el internet como herramienta (tutoriales) y se volvió una pseudo experta en el manejo de programas de diseño, en los cuales, en ese momento, yo era un cero al izquierda. Tuvimos la oportunidad de trabajar juntas en un mismo proyecto y ella, siendo aún estudiante, manejaba herramientas de diseño aplicadas a la traducción con una destreza tal que muchos de mis demás colegas (yo incluída) quedamos absortos al ver la calidad de su trabajo finalizado (no sólo en contenido sino también en formato) ya que éramos conscientes de que muchas veces los clientes quieren recibir exactamente lo mismo que entregan y obtener el formato final exactamente igual era muchas veces imposible...y esta muchachita lo había logrado.

En cuanto a mi inserción en el mundo laboral, tuve que pagar muy caro mi derecho de piso: trabajar para personas que no me pagaron, en puestos laborales que distaban de mi formación profesional, tuve que aceptar sueldos que estaban muy por debajo de mis funciones ejercidas (a.k.a. trabajadora subvaluada explotada). Y aunque sé que me falta seguir aprendiendo, mejorando, puliendo y especializándome, creo que la experiencia obtenida me ha permitido alcanzar cierto nivel que, lamentablemente para mí, algunos de mis actuales colegas obtuvieron con mucha mayor rapidez por tener tres dedos de frente y tener en claro de que querían sobresalir desde que eran estudiantes.

Creo que se podría resumir todo lo anteriormente expuesto en DO YOUR BEST ANYTIME ANYWHERE... no importa si trabajas de traductora, secretaria, asistente de gerencia, profesora, jefa, coordinadora, freelance, lo que fuere...Si eres consciente de lo que haces y sabes que siempre hay algo nuevo que aprender, es un hecho que podrás sobresalir y sentirte bien contigo mismo (a)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante tu entrada! quería saber cuáles son los programas de diseño que usan en la traducción hoy en día? me gusta mucho aprender y soy bastante curiosa. Gracias.

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